Perfil instantáneo en la noche de un hombre

Un hombre cuenta su historia en una fría madrugada, cuando el viento y la lluvia hacen que la piel se vista de escalofríos, que las manos no paren de temblar. Aunque el calor de la cama apremie, no se puede parar el hilo de la conversación. Tampoco hay tiempo para ir al baño. Hay que seguir oyéndolo, porque en cada palabra reluce su verdad. Es el momento en que todos se han quedado dormidos. Ya ha perdido su efecto más inmediato la combinación suicida de tragos, y es cuando un telón de fondo de la cabeza atraviesa cada movimiento, cada pensamiento, como si las imágenes interiores que se proyectan pertenecieran a una película oscura, o a un sueño: una parte de la conciencia se libera, se pone en estado de alerta; otra se duerme, cae a los pies de la espontaneidad.

El hombre habla, y mientras habla recuerda. Es un recuerdo vivo, no guardado debajo de las cosas. Se adelanta ante los ojos. Puede verse si se concentra la vista en ellos. El perfil expresa una mente que parece haberse definido hace cuarenta años en la irremediable tarea de ser sí mismo. La boca formula una mueca de desprecio cuando se trata de una aberración, también la burla inmediata con su apertura risible; la nariz, pulida como una flecha, es una extensión del pensamiento directo, con un olfato inmediato de lo que es meritorio, de lo que no lo es; los ojos, ámbar y amplios, se brotan como manifestaciones emocionales, y se apaciguan en la calma de una meditación, como alguien que está, pero cuya mente reposa en otra idea, otro paisaje. Hasta lo poco del pelo, al ras y entrecano, es una manifestación de su punzante ser claroscuro.

De todo lo que dice se queda lloviendo en la atmósfera la visión del ser humano que solo siendo él mismo ha podido trascender las fronteras de los años. Con el encanto de la palabra certera logró esquivar la acusación de los capos locales, es decir, los más peligrosos: quienes ordenan la muerte a secretas voces públicas y salen en las fotos con los congresistas de turno. También pudo, por el humor y la confianza de un abrazo certero, voltear para otro lado los fusiles que le apuntaban y cambiarlos por copas de aguardiente. Por último, la indignación del trato como a un esclavo le movió las entrañas, y le puso en evidencia el camino ideológico, su posición iracunda e intransferible.

También queda otro pensamiento revoloteando como una polilla, o trepándose por las paredes de la imaginación como una salamanquesa, mientras la música suena a la discreción monótona del azar, confundida con el aguacero: la más certera forma del lenguaje, y la que ha hecho mover el mundo en todas las etapas de la historia, es la ficción. El enemigo no puede hacer nada contra ella, como no sea la misma respuesta en las proporciones similares. No obstante, son pocos quienes saben este secreto de la historia, por creer que la ficción es cuestión infantil o intelectualoide. La realidad distorsionada es solo una versión de la realidad. El mundo a veces es inconsciente de esto, aunque sea los entretenimientos nocturnos, e invada los sueños en el día y en la noche.

Estas palabras, dice el hombre, también podrían ser consideradas dentro del fértil mundo de la mentira. ¿Quién quita que seamos nosotros, aquí y ahora, solo el insulto de un hombre engreído? Entonces estas claves también son el invento de un invento que recrea un sueño: la noche en que un sujeto labrado en su propia esencia decidió contarme su verdad.

11 de enero del 2021

Publicado por julianbernalospina

Escritor. De formación politólogo con estudios de maestría en construcción de paz. Énfasis en escritura, literatura, periodismo e investigación cualitativa.

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