Una crónica sobre la visita del candidato Sergio Fajardo a Manizales, en medio de la Presidencia de la República en el 2022 para En Minutos Pódcast
Por Juan Camilo Arroyave [@arroyave_camilo] y Julián Bernal Ospina [@julianbernalosp]
Al Teatro los Fundadores de Manizales, un martes de Semana Santa, el 12 de abril de 2022, llegó el candidato presidencial Sergio Fajardo con su camisa Náutica azul grisáceo, su pantalón Levi´s blue jean sin correa y sus zapatos de cuero. Llegó, como diría él, feliz y cansado, irrumpiendo e incómodo. Los años cada vez más le aumentan en la cabeza en forma de canas, y en las arrugas, cada vez más, como expresiones de su ceño fruncido constante. Sigue manteniendo, sin embargo, esa figura de jean, pelo largo y camisa: el matemático cool y político distinto que ha inspirado a los subsecuentes alcaldes de Medellín: Federico Gutiérrez (Fico, como se hace llamar el actual candidato a la Presidencia que dice ser independiente a pesar de que sea el de Uribe) y Daniel Quintero Calle, otro caso de joven que se ha encargado de renovar la política tradicional.
Fajardo estaba feliz y cansado porque en plena Semana Santa recorrió la ruta del Eje Cafetero en tres días y al final de la semana se le vio repartiendo volantes en Bogotá con la excanciller María Ángela Holguín. Primero ha tenido que superar una etapa muy difícil, que parece haberlo dejado con pocas energías: la lucha por el centro político, más poroso que nunca, con más personalidades y adalides que ninguno (empezando por la maquinal y desubicada Íngrid Betancourt y terminando por su enemigo coequipero Alejandro Gaviria). Llegó a Manizales acompañado del más joven gregario de la campaña, el concejal de Bogotá Julián Rodríguez Sastoque, quien se hizo elegir aduciendo la muy trascendental propuesta de su juventud. A Fajardo no se le vieron más escoltas –pese a que los tiene–. Ha estado pedaleando y pedaleando para llegar en su remontada a ganar la etapa de la primera vuelta y, al final, en segunda, ganar la carrera. Con tanto esfuerzo, no obstante, pueda ser que hasta alcance a llegar, pero que las piernas no le den para la victoria final.
En Manizales lo recibieron quienes se supone que buscan una renovación en la política sin muchos aspavientos; a quienes les llaman la atención las formas imprecisas del centro. Si bien la política en Caldas se reparte con los mismos de siempre que hacen diferentes alianzas, al Teatro alcanzó a llegar mucha gente, aunque el auditorio solo tuvo algo más de la mitad de espectadores. El resto se quedó rezando, si es que había un resto. (Muy posiblemente, pues Fajardo en Caldas había sacado hacía cuatro años más de 160 mil votos). Había más viejos que jóvenes, a vuelo de pájaro, entre los seguidores que lo acompañaron en su discurso en Manizales. Un promedio de cincuenta años mal contados. Entre ellos había reconocidos lagartos antiguos, politiqueros y políticos, ciudadanos descreídos del cambio que propone Petro y en contra del continuismo del uribismo, jóvenes comprometidos, personas a las que las llevaron sus amigos o convocadas por redes sociales. Eso sí: nada de tamales ni de lechona ni de largos buses verdes y destartalados esperando en las esquinas.
Antes de que Fajardo entrara, sus colabores les pidieron a los asistentes que nos se hicieran a la izquierda ni a la derecha, sino que se ubicaran en el centro para agruparse y quedar más juntos en la foto. Algunos se movieron no tanto por una total convicción sino por no mostrar mucho desengaño, mucho desencanto, o por inercia. Muchos no lo hicieron porque ya estaban cómodos y tranquilos, por ocio o por elección inicial, como los autores de esta crónica. Esa es, quién lo diría, la imagen de lo que ha pasado con Fajardo: ni siquiera sus adeptos se reúnen para estar en el centro.
Él intentó convocarlos, así sea aludiendo a algo que no le gusta hacer: hablarles a multitudes. Cuando llegó al Teatro, se empezaron a oír cánticos que decían: “Profesor, profesor, un presidente profesor”, como si fuera una canción de fútbol. No fue espontánea; se sintió más bien forzada. De la ola verde de otrora quedó apenas una ligera marea en la playa; agua encausada, como Hidroituango, más que un crecimiento natural. Ni llegando gente de varios municipios de Caldas –los había de Río Sucio, de Supía, de Salamina, de Neira, entre otros– se logró colmar el auditorio. Por breves segundos se sentía que había más banderas que personas. Banderas del Partido ASI, banderas del Partido Alianza Verde, banderas rojas, banderas púrpura, entre otras. En la tarima, la alusión al Centro Esperanza, con los colores verde (con los matices de Alianza Verde), rojo (con los de Nuevo Liberalismo) y morado (con los de Dignidad). En la pantalla una fotografía de un Fajardo hablando en público que, a nuestro parecer, no le convenía porque era una imagen regular tomada sin mucho esfuerzo en cualquier reunión. Y eslóganes repetitivos de que “Nos están queriendo decir que ya perdimos. ¡Y no! ¡No más Fico, no más Petro!”., y eslóganes que hablan del «casi». Muchos eslóganes de la que es tal vez la más serena campaña publicitaria de todas las que tienen posibilidades de ganar la Presidencia.
Hay que decir que, cuando Fajardo empezó a hablarle al público, su primera frase fue: “¡Buenas noches, Manizales! ¡Buenas noches, Caldas! Muchas gracias a todas ustedes, a todos ustedes por venir hoy, Miércoles Santo, en medio de las vacaciones de tantas personas”. Y ese día, como ya lo anotamos, era martes. Cuando dijimos que íbamos a ir al evento, dos fuentes cercanas a los autores de esta crónica nos enviaron por WhatsApp el meme de Fajardo dormido en los debates electorales, imagen ya famosa desde las pasadas elecciones. Es bien sabido que Fajardo no inspira emociones fuertes, sino lo contrario, a pesar de que en el evento haya querido mostrar esa imagen agresiva de su primera publicidad de esta última campaña: él rasgando con su cuerpo la portada de la revista Semana en la que brilla por su ausencia en medio de Fico y de Petro.
Hay que decir, también, que a diferencia de otros, en este discurso fue enérgico, tajante, pero, como lo ha mostrado en los debates, no muy articulado ni ideológicamente muy claro. Fajardo quiso también rasgar el meme de él dormido, como rasgó la portada de Semana, aunque la verdad es que no es lo más cómodo para él. (Ya es sabido, como asimismo lo pudieron constatar los autores, que lo suyo es el cara a cara y de lejitos).
Fue contradictorio. Comenzó a decir que él representaba a esa Colombia que tiene rabia, que tiene “muy mal genio”, pero que no representaba los cambios que motivan a los ciudadanos desde la rabia. Fue moderado. Dijo que él representaba esa Colombia que cree en los ideales, en los sueños, en los principios, en la empatía, en la solidaridad, pero que no compartía las propuestas que propugnaban campañas ilusorias e irrealizables (una de sus críticas a Petro). Y así, saltaba, enumerando, haciendo énfasis y casi gritando, de tema en tema, de corrupción y líderes sociales a paz y a igualdad de mujeres, de empleos dignos para jóvenes a la unión de “una mayoría” que cree en una sociedad diferente, de la referencia a Manizales la ciudad de la educación, la cultura y el conocimiento al desarrollo sostenible y la biodiversidad. Hay que decir que, de los discursos previos de sus anfitriones, recogió algunas pocas cosas, a pesar de que se le vio anotando en un cuaderno. Entre el maremágnum salieron dos propuestas concretas: un Ministerio de la Mujer y la pensión para el 75 % de quienes no están pensionados (según él, solo uno de cada tres que están en el rango de edad).
Fajardo habló un poco más de siete minutos, mientras que la antesala de sus anfitriones en Caldas con sus palabras introductorias duró casi una hora. Tiene en el departamento una plataforma política no despreciable. Había en la tarima cinco concejales de Manizales, cinco de diecinueve que tiene la ciudad, una cifra que no es para nada menor: una cuarta parte del total. Del partido Alianza Verde, John Alexánder Rodríguez López, Julián Andrés García Cortés y Adriana Arango Mejía. Del partido Alianza Social Independiente (ASI), Christian David Pérez Holguín. Del partido Colombia Renaciente, Martín Sierra Quiroz.
Sin embargo, también una fotografía del pasado. Como lo dijimos más arriba, hace cuatro años Fajardo quedó de segundo en Caldas al terminar la primera vuelta, solo por debajo de Duque. Con más de 160 mil votos estuvo a 30 mil del primero y le sacó 130 mil al tercero, Petro, que solo arañó 34 mil. Esta vez no la tendrá más fácil. También están pedaleando por los votos en Caldas las campañas de Fico y Petro, y puede se los arrebaten.
En las pasadas elecciones del Congreso, en marzo del 2022, la coalición Juntos por Caldas, en que convergen los partidos de ASI, Nuevo liberalismo, Dignidad y Mira, quedó de quinta entre los movimientos inscritos con casi 37 mil votos. En la tarima había dos congresistas elegidos recibiendo a Fajardo: un representante por Caldas, Juan Sebastián Gómez, y un senador, Guido Echeverry, el primero por Juntos por Caldas y el segundo por Centro Esperanza, un movimiento padre del anterior. Juan Sebastián resultó elegido con casi 22 mil votos, de cuarto lugar entre las candidaturas individuales, en competencia reñida con el exalcalde de Manizales José Octavio Cardona León (23 mil votos) y con el primo del alcalde de Manizales Santiago Osorio Marín (casi 24 mil votos). Guido Echeverry, por su parte, llegó al Senado con más de 53 mil votos, y fue uno de los tres senadores elegidos nacidos en Caldas y el que más votos sacó en el departamento, 46 mil, la gran mayoría de su votación.
Es una fuerza interesante de un equipo comprometido y también una fotografía del pasado de acuerdo con la radiografía por partidos y movimientos de las elecciones al Congreso por Caldas. Además porque la postura histórica de sus copartidarios en el movimiento Compromiso Ciudadano por Colombia ha sido reusarse a hacer alianzas o pactos con otros partidos, o por lo menos con aquellos que no son de sus afectos. La mayor fuerza la tiene Gente en Movimiento, del exsenador y fantasma de los escenarios (porque ya casi no se le ve en público) Mauricio Lizcano, movimiento que logró más de 54 mil votos, y la disidencia del partido Alianza Verde (que lideran los primos Marín y sus amigos, la nueva renovación tradicional de Caldas) en alianza con el Pacto Histórico de Gustavo Petro y Francia Márquez, grupo que alcanzó los mismos 54 mil votos. El primero al segundo le sacó solo 56 votos. Los Lizcano untados de verde (o los verdes untados de Lizcano) y los seguidores del Pacto son la gran fuerza política actual en Caldas, y sus votos, en su mayoría, seguramente irán al Pacto Histórico y a Fico más que por ideología por alianzas e intereses políticos. Algunos votarán por Fajardo, mas no serán para este grupo significativos.
El partido Conservador, que quedó de tercero con la tampoco minucia de 53 mil votos se irá todo con Fico, lo mismo que el puñado de votos del casi desleído Centro Democrático (un poco más de 30 mil). Los 43 mil votos del partido Liberal se repartirán de acuerdo con sus ideologías y beneficios, como bien saben hacer en sus conocidas “operaciones avispa”, mientras que el resto (la U, Cambio Radical, Colombia Justa Libres y Salvación Nacional) se irá con su candidato, bien sea el familiar de todos Enrique Gómez o el político pastor John Milton Rodríguez, o con Fico.
¿A dónde ira el centro perdido? ¿Será que les alcanzará a los fajardistas la fuerza para encontrar ese centro y alcanzar a llegar a la primera etapa y, renovados, lograr la segunda de esta carrera que empezaron perdiendo? Veremos. Muchos nostálgicos que han apoyado el proyecto político de Fajardo recuerdan los resultados de las encuestas en 2018, antes de la primera vuelta. Su candidato fue de menos a más y consiguió una especie de remontada, término que les quedó gustando. Fajardo ha estado agresivo y sus seguidores también. Quieren desligarse de Petro. Ha recibido adhesiones como las del senador elegido Ariel Ávila y otro grupo importante de verdes. También muchos liberales van a querer sumarse. Lo que ha mostrado últimamente es que sabe que su principal lucha es encontrar lo que ha estado perdido durante un tiempo: la ideología de centro, pues debe saber que los colombianos, por mojigatería o pena de decir que somos de derecha, decimos que somos de centro.
24 de abril del 2022
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Julián Bernal Ospina
Estos chicos de un manotazo borraron la única opción ideológica que funciona relativamente bien: el centro. No es fácil explicar que ya sea la centro izquierda o la centro derecha, lo de más es una mierda.
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