La canasta familiar de los secretos

Reseña del libro Canasta familiar de Alejandro Sánchez (Escarabajo, 2023)

Nada aturde más que un secreto que pasa de generación en degeneración. En torno a los secretos –algunos íntimos, otros públicos, pero siempre reveladores– se construyen las familias. Son su sangre, sus genes y su vínculo latente que hacen a sus miembros pertenecer (o estar en el limbo de no saber si pertenecer o no pertenecer). Su magia no subyace en que lo sean –el querer guardar una verdad en el fondo del olvido, aunque de tanto en tanto se revele como una pesadilla– sino en que, quienes conocen la verdad, hayan tomado la decisión, implícita o explícitamente, de aparentar que no se sabe nada, de mirar para otro lado, de hacerse los desentendidos. Cada familia compra para la supervivencia una cantidad de secretos en su canasta familiar.

Canasta familiar (editorial Escarabajo, 2023) es el más reciente libro de cuentos de Alejandro Sánchez –escritor manizaleño, sociólogo, magíster en Literatura y Cultura y ganador de varios concursos literarios nacionales e internacionales–. Un libro en el que los secretos familiares se revelan y van siendo parte, a medida de que pasa el tiempo y con él las vidas, de los objetos de la memoria histórica familiar que se acumulan en una repisa (tal y como se ve en la portada del libro). Secretos de los bisabuelos y de los abuelos, de madres y padres, de hijos y de nietos, hasta de las mascotas y de los animales no humanos que habitan un mismo espacio. Nadie se salva porque, en esa tensión de la revelación y del ocultamiento, se desenvuelven las vidas humanas, cada una determinada por los conflictos que le corresponde a su generación.

El libro se teje en ocho cuentos interconectados, de manera que podría ser una novela de cuentos, cada uno de ellos independiente y con una forma propia, desde el estilo indirecto libre (“Tragos amargos”), la primera persona de un diario íntimo (“Alguien escribe cuando todo se apaga”) hasta la tercera persona omnisciente en una tarea de un estudiante de grado sexto (“Tarea escolar”). A pesar de su independencia formal, los ocho cuentos son parte de una estructura familiar separada por cuatro apartados: “Los abuelos”, “Los hijos”, “Los nietos” y “Las mascotas”, que hacen pensar en una especie de álbum familiar que cada tanto repasa Lucero, el personaje del primer cuento, mientras hace las arepas y bate el chocolate.

Lucero se levanta para hacerle de comer a su familia cuando “la enramada se mueve” y “los pájaros siguen en silencio”, pero de tanto pensar se le quema su arepa, y por tanto “la ha embadurnado con mantequilla para equilibrar el sabor a quemado, hace mucho aprendió a hacer maromas para quitarse el mal sabor de boca, se la lleva a los labios, los pedazos crujen, todos la miran y ella, como siempre, ríe para ocultar el peso de sus pensamientos”. Eso mismo hace cada personaje: cada quien debe aprender a maquillar un poco el sabor amargo que a veces tiene la vida, para que las cosas sigan su curso, quizá el menos esperado de ellos.

“Todo libro es una casa que se cae a pedazos”, dice John F. Galindo sobre la obra de Alejandro Sánchez. Canasta familiar (tercer lugar del Premio Nacional de Cuento Isaías Peña Gutiérrez), además, demuestra cómo una familia lucha día a día precisamente para no caerse a pedazos, porque en el vaivén de los secretos hay reinterpretaciones en las que se reconstruyen los cimientos: la muerte viene con el amor, de los dramas surgen nuevos inicios, la nostalgia crea resignación y las venganzas alimentan la libertad. Como dice Eduardo Bechara también sobre Canasta familiar: “Nos lanzamos desnudos a sus aguas para encontrar las piedras en el fondo”.

05 de febrero de 2023

Publicado por julianbernalospina

Escritor. De formación politólogo con estudios de maestría en construcción de paz. Énfasis en escritura, literatura, periodismo e investigación cualitativa.

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